SANTIAGO DE CHILE, EFE.- El número de fallecidos por el terremoto de Chile asciende ya a 711 personas, con una cifra indeterminada de heridos y desaparecidos, mientras continúan las réplicas y se extienden los intentos de saqueo, a pesar de que las autoridades decretaron el toque de queda en varias regiones.
Los equipos de socorro tratan de rescatar a las personas atrapadas entre los escombros en ciudades como Concepción, Talcauano, Curicó, San Javier, Linares y Talca, y para hoy lunes se espera la llegada de los primeros envíos de ayuda humanitaria internacional.
Dos días después del terremoto, millones de chilenos que todavía no han logrado reponerse del susto vuelven a sus puestos de trabajo tras las vacaciones de verano y un fin de semana de pesadilla.
Santiago, donde habita un tercio de los 17 millones de chilenos, intenta recobrar la normalidad, pero hay muchos municipios que todavía no tienen agua potable ni electricidad.
En las últimas horas se produjeron saqueos en supermercados de Quilicura y Conchalí, dos municipios de la Región Metropolitana de la capital chilena.
La policía tuvo que hacer disparos al aire para disuadir a las turbas que llegaron hasta los establecimientos para llevarse agua, alimentos y artículos de primera necesidad, aunque algunos también aprovecharon la confusión para robar electrodomésticos y equipos electrónicos.
Con todo, la situación más dramática es la que se vive en las regiones del Maule y Bío Bío, situadas a 300 y 500 kilómetros al sur de Santiago, respectivamente.
Aunque la presidenta, Michelle Bachelet, decretó ayer el estado de excepción durante treinta días en esa zona -que incluye toque de queda incluso para los informadores- los actos de pillaje se extienden desde las ciudades hasta las zonas rurales, según los testimonios de numerosas personas.
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