Por: Tereso Arias
El presidente Leonel Fernández pasará a la historia de la República Dominicana como el más corrupto y entreguista de cuantos presidentes hemos tenido desde el año 1844 hasta nuestros días. No pasa un día, sin que, por radio, periódicos, televisión, se presenten denuncias de corrupción en que se involucre a altos dirigentes del PLD o funcionarios palaciegos. Estos actos se suceden en forma masiva, en que un escándalo tapa al otro; y sin que ellos inmuten a quienes deben investigar y sancionar los actos reñidos con la pulcritud o el desfalco al patrimonio público. Las pruebas no han faltado. Las constantes y permanentes denuncias no han sido escuchadas por la no confiable justicia dominicana, a la vez que tampoco se ha producido un cambio de actitud de parte de los alumnos aventajados (el PLD) de Balaguer, quienes han entrado en el círculo exclusivo de los nuevos ricos de la nación, fomentadores del hambre y la miseria de la mayoría del pueblo.
El lodo cloacal que expide este poder arropa lo más apreciado de una sociedad: su juventud. ¿Cuántos casos de narcotráficos, tumbes y negocios con individuos extranjeros dedicados a ese sucio negocio no cuentan con las amarras de encumbrados jefes militares, empresarios y políticos?, más aún, ¿Cuántos casos de estos se han llevado hasta las últimas consecuencias? Todo pasa y recibe la sonrisa de un Presidente que hablando bonito fomenta y convive con esos actos.
Entre los casos más sonados, podemos mencionar: El de la Sun Land, adjudicación de obras grado a grado, más de 65 mil millones de pesos robados al Estado por esta vía, aumento de la deuda externa, pública y privada de 6,500 millones de dólares a 22,000 millones de dólares, ventas de empresas del Estado a allegados y amigos, nóminas supernumerarias y especiales para sus dirigentes, ventas de playas a precios de vacas muertas, entrega de terrenos del CEA y solares a sus gentes, pero, el caso más insólito, es el regalo de la mina de Pueblo Viejo Cotuí, valorada en la actualidad en más de 60 mil millones de dólares, provocando con ello, que los dominicanos paguemos futuros impuestos para remediar el pasivo ambiental producto de ese acto bochornoso que lacera los sentimientos de todos los hombres y mujeres de esta patria.
El presidente Leonel Fernández quien se ha autoerigido en el único que tiene capacidad para conceptualizar y dirigir este país, llegó tan lejos en su “teorización”, que entregó una de las minas más ricas del mundo, llamada a producir millones de onzas de oro, 7 millones de onzas de plata, 20 millones de libras de zinc, y para dar el golpe de gracia, el Estado Dominicano renuncia a sus derechos constitucionales de cobrar impuestos aduanales, arbitrios, a la vez que le regalará el agua que se necesite para la explotación minera.
Este malvado contrato, pone en peligro la producción arrocera del país, producto de la contaminación ambiental que se desprenderá del genocidio ecológico. El gobierno también renunció a la aplicación jurídica sobre una parte del territorio nacional, obviamente que en fragante violación a la Constitución de la Republica Dominicana.
La presa de Hatillo ha comenzado a dar los primeros gritos de alarma de lo que nos espera, centenares de miles de peces han muerto repentinamente, producto de que la empresa Barrick ha comenzado a remover el material sulfuroso y dar inicio a la planta piloto llamada autoclaves, que sirve de experimento para darle paso a los gigantescos autoclaves que todavía no están en el país.
Las explicaciones están a la orden del día, todas acompañados de dádivas y sobornos a todo lo ancho y largo del país.
Los entreguistas se han unido en santa cruzada contra la patria, con la intención de acallar las voces que dignamente se levantan en contra de este acto antinacional. Nuestro ejército, la policía, y todas las demás instituciones del Estado han sido puestas al servicio de la entrega de nuestras riquezas a los sectores nacionales y extranjeros.
A Cotuí le espera un futuro incierto y muy tenebroso, ya que prontamente no tendremos agua potable, ni ríos, ni cañadas, ni agricultura, seremos un pueblo de muertos vivientes, igual suerte correrán los arboles, los peces y las aves de toda la región circundante; así como hoy en la presa mueren miles de peces, así moriremos los habitantes de este pueblo si este genocidio ecológico no es detenido por los patriotas dominicanos.
Esos metales, que bien manejados deberían servir para resolver problemas tan fundamentales del país y pueblo dominicanos, sólo beneficiarán a una minoría de los que con sus acciones antipatrióticas se han vendido ante el soborno de esa depredadora empresa extranjera.
Hoy nuestra provincia padece de soluciones a las más elementales necesidades básicas, como la falta de agua potable, acceso a la salud, a una educación aceptable, al trabajo digno y el cuidado de sus rios y a nuestro medio ambiente, etc.
El contrato minero firmado por el Estado dominicano y la empresa Barrick Gold, es un adefesio jurídico que traerá desgracia al país. La lucha por la anulación de ese engendro, segmentará a la sociedad dominicana entre dominicanos y apátridas.
Leonel, Miguel Vargas, los senadores y los diputados, que vendieron este pedazo de mi patria, más temprano que tarde, pagarán la ofensa a la sangre derramada por los dominicanos en la lucha por la libertad y la soberanía.
Los vende patria no pasarán, morderán el polvo de la derrota y pasarán al zafacón del olvido, igual que los entreguistas Pedro Santana, Buenaventura Báez y Eulises Hereaux (Lilis). Este pueblo sabrá levantarse y con el coraje de nuestros antepasados, abrazarse a la causa sagrada de morir por la patria, antes que verla destruida por unos pocos criollos y unos perversos extranjeros.
Realmente ya luego de que ellos paguen el 5% le toca a la gente de la comunidad vigilar como utilizan sus fondos de una manera transparente, de que todos sepan en que se usan. http://bit.ly/bAgBuW
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