por Euris Arzeno
A menudo se dice que los y las jóvenes son el futuro. También el presente. Es hoy y no mañana, cuando vamos a invertir en los y las jóvenes e incluirlos en la solución de los grandes retos de nuestro tiempo.
Para garantizar su plena participación, tenemos que invertir en salud, educación y liderazgo. Esto es especialmente importante en el caso de las adolescentes, muchas de las cuales se enfrentan a la discriminación y se les niegan oportunidades y decisiones de vida. Hoy en día, más de quinientos millones de las adolescentes viven en países en vías de desarrollo y representan un enorme potencial sin explotar. Si tuviesen acceso a educación, salud y autonomía, podrían construir una vida mejor para sí mismas, sus familias y su país.
Los jóvenes comprendían el 25% de la población mundial en edad de trabajar, pero constituían el 40% de los desempleados. El deterioro de la economía a nivel mundial significa que, a corto plazo, el desempleo juvenil seguirá aumentando. Las tasas de desempleo son sólo una parte del problema, especialmente para la inmensa mayoría de los jóvenes que viven en los países en desarrollo.
Además, si bien los jóvenes constituyen una cuarta parte de la fuerza mundial de trabajo, representan la mitad de sus desempleados. Los mercados laborales están encontrando dificultades para proporcionar a los jóvenes, a excepción de los altamente cualificados, un empleo estable con buenas perspectivas de futuro. Sin un trabajo digno, los jóvenes corren especial riesgo de acabar sumidos en la pobreza, lo que a su vez viene a complicar su acceso a la educación y los servicios básicos de salud, disminuyendo aún más sus posibilidades de encontrar un empleo. A largo plazo, los jóvenes desfavorecidos tropezarán con obstáculos más difíciles de superar en la senda del progreso.
El reto que afrontamos es evidente: debemos prestar más atención a la educación y, en particular, a la transición de la educación al empleo. Asimismo, la capacidad de la juventud para encontrar un empleo pleno y productivo ha de ser un objetivo básico de las estrategias nacionales de empleo, incluidas las políticas relativas a la reducción de la pobreza.
Hoy, hago un llamado a los gobiernos y a los decisores a sumar a los y las jóvenes como de socios, líderes y agentes de cambio. Ahora es el momento de realizar mayores inversiones en la juventud, especialmente en las adolescentes, para que puedan alcanzar su pleno potencial. Invertir en los y las jóvenes de hoy es invertir en un futuro sostenible.
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