MOSCÚ. El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, denunció este martes el papel de Estados Unidos en los ataques a los gasoductos Nord Stream y Turkish Stream, calificando dichas acciones como parte de una estrategia para socavar la estabilidad energética de la Unión Europea.
Acusaciones de terrorismo energético
Lavrov aseguró que Washington «da luz verde a eventos terroristas» para destruir los fundamentos del bienestar energético europeo y señaló que Estados Unidos habría convencido a Ucrania para dañar también el Turkish Stream, tras el sabotaje de los gasoductos Nord Stream.
Según el canciller ruso, estas acciones responden al interés de Estados Unidos en eliminar a cualquier posible competidor en el ámbito energético global.
Intento frustrado contra el Turkish Stream
El Ministerio de Defensa de Rusia informó que el 13 de enero las Fuerzas Armadas de Ucrania intentaron atacar la estación de compresión Rússkaya, que suministra gas a través del Turkish Stream, utilizando drones. Sin embargo, la defensa antiaérea rusa logró interceptar todos los vehículos aéreos no tripulados, manteniendo la estación operativa.
Sabotajes en el Nord Stream
El sabotaje de los gasoductos Nord Stream I y II ocurrió el 26 de septiembre de 2022 en el mar Báltico, en áreas económicas exclusivas de Dinamarca y Suecia. Investigaciones confirmaron que las explosiones fueron premeditadas, y una de las bombas no llegó a detonar.
En septiembre de 2024, el Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia acusó a los «anglosajones» de estar detrás de los ataques y denunció una «campaña de desinformación» para ocultar los verdaderos responsables.
Revelaciones sobre implicados
Un informe de la revista Der Spiegel en noviembre de 2024 vinculó al comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, Valeri Zaluzhny, como responsable de planear el sabotaje de los Nord Stream y el fallido ataque al Turkish Stream. Según el medio, un equipo de inteligencia ucraniano liderado por Román Chervinski, entrenado por la CIA, llevó a cabo la operación denominada Diámetro, que habría costado hasta 300,000 euros.
Estas acusaciones y revelaciones intensifican las tensiones entre Rusia y Occidente, en medio de una lucha geopolítica por el control y suministro de energía a nivel mundial.
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