En el segundo piso “B” del edificio de la calle José del Hierro 51, en la Ciudad Lineal, en Madrid, hacía años que no había movimiento. Según los vecinos, más de una década sin ver a nadie entrar o salir de allí. En la entrada del complejo, un Banco Santander. Bastante gente yendo y viniendo en un lugar concurrido y bien puesto. Pero desde hacía algún tiempo guardaba un secreto siniestro y extraño: una momia.
Isabel Rivera Molina, de 78 años, era su propietaria. Vivía en soledad en aquel apartamento. A veces recibía algún llamado, pero no respondía. Claro: estaba muerta, por lo menos desde septiembre 2004, de acuerdo a las pericias preliminares de la Policía Nacional. Alrededor de 15 años sin que nadie supiera sobre su vida, que se interesara por ella.
Antes de morir, la única visita que recibía era la de un amante, arquitecto él, quien había muerto años antes que ella. Pero poco más. La historia fue revelada por el diario español El Mundo. Y recorre el planeta. Fue el periodista Luis F. Durán quien reveló lo que la policía descubrió el pasado martes 22 de octubre al forzar la puerta de ingreso de la vivienda.
Al parecer, los vecinos llevaban años pidiendo a las autoridades que intervinieran porque sospechaban que algo mal estaba ocurriendo con Rivera Molina. Sin embargo, pese a los reiterados reclamos, nunca se acercaron a la propiedad. Pasaron poco más de 15 años hasta que finalmente accedieron a acercarse al lugar.
El martes finalmente una patrulla aparcó en la calle José del Hierro. Lo hizo porque sus familiares también se preocuparon. Decían que la extrañaban y que hacía mucho que no tenía noticias de ella. Que además tenía 78 años ya y que algo malo podría haberle pasado. Así las cosas, los agentes llamaron a la puerta, pero no recibieron respuesta. Acto seguido, percibieron que estaba cerrada con la llave aún colocada desde su interior. Mal augurio.
Finalmente, las fuerzas decidieron pedir ayuda. Se comunicaron con la fuerza de bomberos quienes acudieron al lugar. En lugar de tirar abajo la puerta de ingreso, colocaron su escalera de emergencia sobre el balcón de la vivienda y deslizaron una ventana que estaba semiabierta. Ingresaron. Todo estaba en perfectas condiciones. Hasta que ingresaron al baño, donde encontraron al cuerpo momificado de una mujer: era Isabel. El cuerpo logró no descomponerse gracias a la humedad del ambiente y a que una rendija de ventilación permitió completar el proceso de conservación del cadáver de manera natural.
El caso está siendo investigado en un principio como muerte por causa natural. Lo que llamó la atención de los policías es la cantidad de años que pasaron sin que nadie se preguntara -sobre todo familiares- sobre el destino y la suerte de la mujer. También podría convertirse en un dolor de cabeza para las autoridades quienes desoyeron durante años los reclamos de los vecinos de Rivera Molina.
Otros casos espeluznantes
El de Rivera Molina no es el primer caso en el cual una persona es encontrada muerta años después de su fallecimiento. En febrero de 2018 el cadáver de un hombre que desapareció hacía siete años con solo 38 años fue encontrado en su cama. El hermano del hombre muerto le pidió a un cerrajero que forzara la entrada al departamento que poseían en la ciudad española de Valencia después de ese largo tiempo sin noticias de su hermano.
Los informes locales dijeron que había muerto en 2011 y los vecinos no lo habían reportado como desaparecido porque pensaban que se había mudado a la ciudad portuaria norteña de Santander.
En noviembre de 2017, oficiales en Madrid descubrieron el cuerpo de un hombre llamado Agustín que había estado muerto cuatro años antes cuando fueron a desalojarlo de su casa. El cuerpo del hombre de 56 años yacía sin descubrir dentro de su departamento después de su muerte en el otoño de 2013.
Los vecinos del barrio San Blas dijeron a la policía que sabían que padecía problemas hepáticos, pero afirmaron que la última vez que lo vieron se había ido en ambulancia a un centro médico para atenderse y que por tal motivo presumieron que -al no haberlo visto nuevamente- había muerto en el hospital.
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