“Reconocer los errores, escuchar bien, defender los datos y evitar la jerga ayudará a la profesión a involucrarse”. — Dr. Milton Friedman
Estimados colegas,
Quisiera compartir con ustedes, de manera sucinta y conceptual, algunas reflexiones basadas en mis experiencias y trayectoria metodológica en el campo de la economía.
Históricamente, los economistas hemos aportado análisis fundamentales para la formulación de políticas públicas, orientando decisiones en comercio, fiscalidad, regulación y estabilidad macroeconómica. Sin embargo, en la actualidad nuestra influencia parece estar cada vez más limitada. A pesar de que dominamos espacios en bancos centrales e instituciones multilaterales, los líderes políticos priorizan con frecuencia la ideología y la conveniencia sobre el análisis económico riguroso. Además, la confianza pública en la economía se ha erosionado debido a errores evidentes, polarización política y la proliferación de fuentes poco fiables.
No obstante, la experiencia económica es indispensable para mejorar las políticas, como lo evidencian las crisis recientes y la sólida evidencia acumulada en áreas como reducción de la pobreza, educación y empleo. Por ello, debemos interactuar con mayor eficacia con políticos y sociedad, pues, de no hacerlo, corremos el riesgo de quedar marginados en debates cruciales.
Un aspecto clave es que el pensamiento económico se basa en compensaciones inevitables: no podemos tenerlo todo. En política, a menudo se desean soluciones que eviten sacrificios, pero nuestra tarea es mostrar la realidad de estas limitaciones para facilitar decisiones mejor informadas.
Hay cuatro áreas fundamentales en las que debemos enfocarnos para preservar y aumentar nuestra relevancia:
-
Aprender de los errores: La crisis financiera de 2008 y la inflación postpandemia evidencian que los economistas hemos fallado en anticipar o comunicar adecuadamente los riesgos. La transparencia y el análisis honesto son vitales para restaurar la confianza.
-
Escuchar las preocupaciones sociales: Debemos comprender cómo las personas experimentan los cambios económicos. Por ejemplo, la rápida integración comercial con China produjo efectos adversos inesperados en comunidades vulnerables. Reconocer estas realidades no implica renunciar a principios, sino enriquecerlos.
-
Mantener la integridad de los datos: El uso responsable y riguroso de la información es esencial para preservar la confianza pública y evitar la manipulación o malinterpretación que pueda socavar la validez de nuestro trabajo.
-
Comunicación eficaz: Debemos abandonar la jerga técnica y hablar con claridad y sencillez, utilizando gráficos accesibles y dirigidos tanto a responsables políticos como al público general. La economía debe ser relevante, accesible y respetada, no un discurso excluyente.
En conclusión, nuestra función no es ser populares, sino proveer análisis rigurosos que mejoren las decisiones. Para ello, debemos admitir errores, escuchar, defender la evidencia y comunicarnos de manera efectiva. Los líderes necesitan nuestra experiencia, aunque a veces les cueste aceptarla. El desafío está en hacer que la economía sea útil y respetada en el debate público.
No hay comentarios:
Publicar un comentario